08/09/2025
El sistema digestivo no solo es responsable de procesar los alimentos, sino también de absorber los nutrientes que nuestro cuerpo necesita para funcionar correctamente. Cuando existen molestias como hinchazón, gases, reflujo o dolor abdominal, muchas veces el origen está directamente relacionado con la alimentación.
Adoptar una dieta equilibrada y adaptada a las necesidades de cada persona puede marcar una gran diferencia en la salud digestiva y, en consecuencia, en el bienestar general.
En consulta, es habitual encontrar pacientes que sufren de:
- Intolerancias alimentarias: como la lactosa o el gluten, que pueden generar inflamación y malestar.
- Reflujo gastroesofágico: asociado al consumo de ciertos alimentos irritantes o a hábitos de vida poco saludables.
- Síndrome de intestino irritable (SII): que provoca dolor abdominal, cambios en el tránsito intestinal y sensación de pesadez.
- Dificultades en la digestión de grasas o comidas copiosas, que afectan al rendimiento diario y al descanso.
Un plan nutricional personalizado permite identificar los desencadenantes y establecer pautas que reduzcan los síntomas.
- Identificar alimentos desencadenantes: cada organismo reacciona de manera distinta, por lo que es importante observar qué productos empeoran los síntomas.
- Aumentar la fibra de calidad: frutas, verduras y cereales integrales ayudan a regular el tránsito intestinal.
- Cuidar la hidratación: beber suficiente agua favorece la digestión y evita el estreñimiento.
- Reducir ultraprocesados y grasas saturadas: estos alimentos suelen aumentar la inflamación y el malestar digestivo.
- Adoptar hábitos saludables: comer despacio, mantener horarios regulares y evitar cenas copiosas.
No existe una “dieta única” para mejorar la salud digestiva. Cada persona necesita un plan adaptado a su situación, sus hábitos de vida y sus objetivos. Por eso, contar con el acompañamiento de un dietista-nutricionista especializado es fundamental para lograr resultados efectivos y duraderos.
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